Friday, May 12, 2006

Perseguir un sueño -Reader's cut-

“Perseguir un sueño” fue uno de los relatos que leyeron en el colegio Antonio Robinet en Vioño, Santander. Por muchos motivos es uno de mis cuentos favoritos. Lo escribí de madrugada, en un arrebato que me hizo levantarme de la cama para poner por escrito la idea que se me acababa de ocurrir. Fue un chispazo de pura inspiración.

Después de la charla que les di, uno de los chavales me preguntó si yo creía que el final de este relato era alegre o triste. Como todo, es cuestión de perspectiva. Y como cada uno tiene la suya, yo, al menos aquí, me guardo la mía.

A una de las profesoras del Robinet el final de la historia no le terminó de convencer, quizá por la ambigüedad, quizá porque para ella era un final demasiado triste que no encajaba con el típico “cuento de hadas”. No importa. La cuestión es que como ejercicio de clase propuso a los alumnos de 1º de la E.S.O. rescribir el final del cuento.

Y yo encantado cuando me enteré, por supuesto. Creo que se me notó tanto que por eso me dieron todos los finales alterados de las historias. Y además permiso para publicarlos en este blog.

Aquí están. Yo ya me callo -pero antes tengo que dar las gracias a todos los chavales que aparecen aquí debajo, añadiendo nuevas palabras a mi persecución de sueños-:


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La muerte le preguntó si había cumplido todos sus objetivos.
Entonces, al decir Sarleff que no, le dio pena y le dejó vivir hasta que encontrara a Aura. Pero no lo conseguía. Hasta que le llegó la muerte a Korockandell y éste falleció. Entonces el maleficio se rompió y Sarleff y Aura se encontraron, y ambos supieron que era la persona a la que buscaban. Pero llegó la muerte. Le pidieron que les dejara recuperar su juventud porque se les había pasado sin poder aprovecharla.
Y a la muerte le dio pena, concediéndoles así un año más de vida.

Ernesto
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Ellos se encontraron y vivieron felices. Se casaron y tuvieron dos hijos. Pero el mago siguió apareciéndose a los hijos y llevándoselos por el mal camino, porque el mago quería hacer sufrir a los padres de los dos niños. A ellos también los odiaba mucho.

Mayra Alejandra
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…Y Aura, antes de morir, le dijo a su amado: “no te preocupes, te seguiré queriendo igual y te protegeré”. Y dijo su amado: “gracias por estas últimas palabras, Aura”. Y de repente unos malvados vinieron corriendo y querían cogerla y su amado dijo: “no la toquéis, que no se va a ir de mi lado”, y los hombres se la llevaron y su amado no supo nunca más de ella.

Verónica
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Y entonces, después de unos cuantos segundos, se fueron donde los muertos y vivieron felices.

Andrés
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Se encontraron y se pusieron muy felices. Vivieron felices y como era más grande el amor que el odio, ganaron la batalla.
Roxana
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Cuando Aura vio a su amado tirado en el suelo no supo como reaccionar y sintió como la muerte se acercaba tras su espalda, pero ella resistió y no murió, ella siguió viviendo sabiendo ahora que su amado estaba muerto.

Paula
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Korockandell se había enamorado de Aura, y como era mago hizo morir a Sarleff pero a Aura no. Sólo la durmió para que creyera que se había muerto con su amado y al final se quedaron los dos juntos.

Laura
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Al golpe de esa palmada, las almas de los dos amantes viajaron juntos hacia un mundo al que nunca habían ido. Pero en el camino se les apareció el malvado mago que intentó separarlos, pero no lo consiguió.
Al final, Sarleff y Aura llegaron a su destino: un mundo lleno de rosas rojas, amarillas, azules, rosas… Allí vivieron juntos hasta el fin de los tiempos, amándose sin que nadie, ni siquiera Korockandell pudiera molestarles.
Pues habían creado una barrera con su propio amor.

Laura de Juana
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Ellos dos se encontraron después de tantos años y pudieron vivir en paz en un castillo. Finalmente se casaron, lo que no pudieron hacer en su juventud.
El malvado Korockandell se murió y no pudo ver como se casaron.

Arancha
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Korockandell entró y les observó. Se levantaron y él les mató a los dos y en el mundo de los muertos se vieron y siguieron felices toda la eternidad.

David
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Y entonces, cuando Korockandell dio una palmada y desapareció, ellos dos, Sarleff y Aura, murieron y fueron al Mundo de los Muertos donde se enamoraron y vivieron para siempre.

Borja
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Al esfumarse Korockandell, Aura y Sarleff fueron al mundo de los muertos y vivieron allí su segunda vida. Habían ganado y estaban juntos y felices como anhelaban desde hacía tiempo.

Macarena
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Pero mientras estaba dando la palmada ocurrió algo terrible. Los poderes le fallaron y en vez de irse a su castillo a reírse, tuvo una visión de los dos que había matado y le dio tanta pena verlos muertos que decidió resucitarlos y todos vivieron felices.

Miriam
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El mago Korockandell tuvo piedad y les dejó que se casaran.
Tras unos años el mago se arrepintió y cuando estaban dando un paseo la muerte se los llevó y estuvieron en el cielo juntos, con sus padres y familias.

Ángel Jesús
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Korockandell sonrió y cuando iba a dar una palmada para desaparecer, Aura y Sarleff sacaron una espada mágica con la que mataron a Korockandell. Con su muerte se hicieron jóvenes y vivieron muchos años juntos.

Pablo Muñoz
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Al morir fueron al mundo de los muertos y allí se encontraron. Pero al morir el príncipe, el mago se autoproclamó rey, pero lo que el mago no sabía era que ese hechizo tenía una virtud y era que si se encontraban, daba igual que estuvieran vivos o muertos, podrían recuperar su juventud y deberían vivir juntos hasta la muerte. Entonces al volver el príncipe y Aura de entre los muertos, el mago dejó de ser rey y el príncipe mandó matar al mago.
Lo mataron y Aura y el príncipe vivieron juntos hasta la muerte.

Cristian
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"Vengo a contemplar mi triunfo" explicó llanamente el mago.
Pero Aura, a pesar de no tener alma, se abalanzó sobre él y clavándole una daga el mago se desplomó, haciéndose un montón de polvo.
De repente Sarleff abrió los ojos como si solo estuviera desmayado. Aura, debilitada por el gran esfuerzo cayó rendida. Cuando despertó estaba con su gran amor en una cabaña en el pueblo.

Daniel
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El mago Korockandell fue al mundo desaparecido, y Aura y Sarleff estaban allí, esperándole.
−¿Qué ha pasado? ¡Pero si habían muerto! No pueden estar aquí −dijo el mago Korockandell. Pero resultó que sólo era un espejismo por el arrepentimiento que le causaba haber matado a Aura y a Sarleff. Volvió al sitio donde les mató y les devolvió la vida y el mago Korockandell dio una palmada y desapareció.
No se volvió a saber nada más de él.

Sara
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Cuando Sarleff cabalgaba en busca de Aura, observó a una anciana durmiendo en la hojarasca. Sarleff dedujo que era su amada. Se bajó del caballo, y a pesar de su vejez corrió hacia ella, pero fue cuando apareció la muerte afilando su guadaña y cuando se acercaba hacia Sarleff apareció Korockandell, entonces fue cuando la muerte le dijo:
−A ti te estaba buscando, viejo mago.
Y el mago dijo:
−¿Por qué?
Y le respondió la muerte:
−Es tu hora, mago.
La muerte se acercó y de un ligero golpe saco el alma del mago, después le dijo a Sarleff:
−Ahora es la tuya, Sarleff
Pero Aura, que se había despertado dijo:
−Si le vas a llevar el alma, llévate la mía también.
La muerte dijo:
−Si es lo que quieres…
Los amados se dieron la mano y la muerte les sacó a ambos el alma de un pequeño golpe.
Y Sarleff y Aura vivieron felices en el otro mundo aprovechando el tiempo perdido.

Guillermo García
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Aura y el señor Sarleff fueron al mundo de los muertos, pero el señor Korockandell se había equivocado porque estaba enamorado de Aura. El señor Sarleff utilizó su magia para poder resucitar y volver al mundo de los vivos.
Aura y Sarleff querían acabar con Korockandell, pero Korockandell quería acabar con Sarleff para hacerse con Aura. Sarleff ya sabía que Korockandell amaba a la señorita Aura, así que entre el señor Sarleff y Aura iban a acabar con Korockandell. Tenían que juntar su magia o su poder para matarle.
El día llegó y Aura y el señor Sarleff juntaron sus fuerzas, pero Korockandell tenía también poder y magia suficiente para matarles de nuevo. Pero la suerte no estuvo del lado de Korockandell ya que quisieron matarle y lo mataron.
Aura y Sarleff a partir de ese día vivieron felices para siempre sin el malvado Korockandell.

Guillermo de la Vega
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Cuando se fueron al mundo de los muertos ellos estaban juntos, que era lo que querían, pero echaban de menos a sus familiares, pero sabían que ya no les iba a hacer nadie más daño.
Siempre estuvieron juntos.

Teresa
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Pero entonces el viejo mago oscuro Korockandell se fue a su guarida y allí se le apareció la muerte que le dijo: “Tu hora ya ha llegado” y entonces la muerte le arrebató la vida, pero antes recordó las palabras de Aura y dijo:
-Han ganado.

Carla
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Dando la palmada lo hizo desaparecer y Aura con Sarleff volvieron a su mundo anterior donde ya no había nadie. Pasaron todo el tiempo juntos y sin preocupaciones. Y así estuvieron hasta el fin de sus días.

Pablo Álvarez
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Pero de repente el mago Korockandell perdió toda su magia, que pasó a Aura y a Sarleff y resucitaron y se volvieron muy jóvenes y el mago Korockandell muy viejo y seco y solo. Pero Aura y Sarleff le dijeron que podía quedarse con ellos si ayudaba en las tareas, y dijo que sí, pero de repente se convirtió en cenizas.
Y los dos jóvenes vivieron felices y tuvieron un niño y una niña que se llamaron Aura y Sarleff.

Raúl
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Cuando Sarleff estaba tirado en el suelo y Aura le vio, le abrazó. La muerte al verla tan feliz de estar con Sarleff, pero triste porque se estaba muriendo les dejó vivir felices y tranquilos con su amor.

Cintia
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Y no volvió hasta que dio otra palmada y todo volvió a la normalidad. Al final quedaron todos tranquilos y así acaba la historia con el mago.

Laurentiu
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Sonrió y dando una palmada despareció.
El mago les concedió otro año y la pareja estuvo un año feliz. Después de pasar ese año el mago volvió a verles para realizar el conjuro. Visto que Aura y Sarleff habían sido buenos, el mago Korockandell decidió llevárselos al castillo y dio una palmada y desaparecieron.

Jairo
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Cuando el mago dio la palmada se despertó Sarleff, encima de una cama sorprendido de la casa donde estaba. De repente se encontró con Aura. Resultó que todo había sido un sueño y que los dos amantes eran marido y mujer.

Macarena Flor
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Saturday, May 06, 2006

Perseguir un sueño -Ilustrado-



Cuentan los que cuentan cuentos que hace más que mucho tiempo hubo, a este lado de los sueños, un príncipe encantado llamado Sarleff el errante. Fue Korockandell, el brujo negro, quien sin motivo –pues los seres realmente malvados no necesitan motivos para hacer el mal– se presentó en la corte donde el noble príncipe Sarleff aprendía el difícil arte de ser soberano.







Allí el hechicero enarboló su cayado de madera negra y maldijo al príncipe por el mero placer de hacerlo:


lo condenó a no dejar de vagar nunca por el mundo hasta que encontrara a su verdadero y único amor, prohibiéndole detenerse más de un día en un mismo lugar y dormir dos veces bajo un mismo techo. No debía parar en su búsqueda hasta que encontrara a la única mujer del mundo que estaba destinada a él como él estaba destinado a ella, pues el amor de los hombres, como el camino de las estrellas, está escrito en los cielos.

Y el príncipe ensilló su mejor caballo, vistió sus mejores galas y se puso en marcha pensando: "Extraña maldición es ésta que me condena a buscar la mejor recompensa que anhelar pudiera."

Pero la maldad del mago oscuro era mucho más retorcida de lo que nadie podía pensar. Leyendo las marcas en el cielo encontró a la mujer que estaba destinada a ser el único amor del príncipe. Se llamaba Aura y su belleza y su porte sólo rivalizaban con su fuerza e inteligencia. Y sin ningún motivo –por lo que ya he señalado antes– maldijo también a la mujer a vagar por la tierra hasta que encontrara a su único y verdadero amor –que era, claro está, el príncipe Sarleff–, y de tal forma lanzó su maldición que pasara lo que pasara siempre iba a separar una jornada de viaje a ambos amantes, de tal forma lo hizo que ella siempre estaría

a su espalda y él siempre delante, buscando Aura un día después de donde Sarleff buscara, persiguiéndose sin nunca encontrarse porque ésa era la verdadera maldición de Korockandell, porque ése era el verdadero alcance de su maldad.



Durante cincuenta años se buscaron por las tierras de los sueños. Atravesaron uno

en pos del otro todos los caminos –y son muchos– que llenan los mundos –que son más–, atravesaron lugares que no aparecían en ningún mapa y descubrieron mapas de lugares que no existían. Bajaron y subieron cientos de montañas y vadearon todos los ríos que encontraron en su camino. Y siempre permanecía igual la distancia que los separaba, siempre un día entre Aura y Sarleff. No importaba lo que el uno avanzara pues la otra avanzaba lo mismo tras él. Llegaron hasta el confín del mundo y hasta el confín de los confines. Durante cincuenta años buscó Sarleff el errante sin saber que el objetivo de su búsqueda iba tras él.



Vivieron más aventuras de las que mil libros podrían narrar y, aunque siempre salieron triunfantes, el no encontrarse los desesperaba y enloquecía. Durante cincuenta años recorrieron tierras de ensueño y pesadilla, durante cincuenta años, con la única fuerza y guía de su amor, se buscaron inútilmente ante el regocijo de Korockandell que, desde su negra guarida, contemplaba los frutos de su maldad.




Y finalmente no fue Aura la dama que dio con Sarleff sino otra mucho más pálida y escuálida; la vieja muerte le dio alcance en un cruce de caminos y le hizo detenerse pues había venido a llevarse su alma. El anciano príncipe errante la vio acercarse y, conteniendo un suspiro, descabalgó de su

caballo.

La parca, antes de hundir el filo de su guadaña en la luz de plata que era el alma del príncipe, le preguntó:

"¿Has cumplido tus objetivos?"

"Perseguí el amor durante toda mi vida y no lo supe o no lo pude hallar. No, no he cumplido mi objetivo pero muero feliz porque estoy seguro de que hay vidas peores que perseguir un sueño"

"Las hay" replicó la muerte. Y se lo llevó.











Aura por fin encontró a su amado, lo halló muerto en la encrucijada y, aunque nunca lo había visto, supo con la misma certeza con la que pisaba su sombra, que ese anciano muerto era a quien tanto había buscado. Fue tal la impresión de hallarlo que su corazón dio un vuelco y sucumbió. Quedó Aura postrada en el suelo de tierra de la encrucijada, sintiendo como la vida se le iba escapando con cada latido de su corazón.


Tuvo fuerzas aun para arrastrarse hasta el cadáver de Sarleff y tomarle entre sus brazos, mecerlo como a un niño y depositar un suave beso sobre su pálida frente.


Fue entonces cuando Aura sintió unos pasos a su espalda y girándose, convencida de que era la muerte la que se aproximaba, se encontró con la maléfica silueta de Korockandell que, con los brazos cruzados, los observaba.

"Vengo a contemplar mi triunfo" explicó llanamente el mago.

Aura le respondió con una alegre carcajada.

"¡Tu triunfo, débil y patética criatura! ¿Qué triunfo vienes a contemplar aquí sino es el nuestro? ¿Qué amor en este u otro mundo podrá soñar nunca con superarnos, corazón negro, a nosotros que, sin habernos conocido, nos hemos perseguido y amado hasta la misma muerte? ¿Donde está tu victoria, engendro?"

Y Aura murió abrazada al cuerpo de su amado, con la sonrisa de la victoria llenando de juventud y fuerza su ajado rostro.

Y Korockandell el oscuro sin arrepentirse de nada

–pues los verdaderamente malvados no tienen conciencia y aunque quisieran arrepentirse no pueden– sonrió y, dando una palmada, desapareció.





Relato ilustrado por Manuel, Elena, Fernando, J.Manuel, Manuel l.,Alberto, Paula, Paula Ruiz de 6º de primaria del colegio Atalaya de Santander.

Wednesday, May 03, 2006

Vademécum

Del lat. vade, anda, ven, y mecum, conmigo.

1. m. Libro de poco volumen y de fácil manejo para consulta inmediata de nociones o informaciones fundamentales.

2. Cartapacio en que los niños llevaban sus libros y papeles a la escuela.